Ciudad de México, abril 18, 2024 07:06
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Capacidades centrales

El comienzo del siglo XXI colocó al ser humano de frente a un proceso que si bien data de una dilatada acumulación y configuración de los sistemas políticos subsumidos por la economía, toma fuerza e impregna casi todas las relaciones que se suscitan al interior de una sociedad. Me refiero a la globalización.

Estemos o no de acuerdo con las formas que impone, es una condición objetiva. En la obra intitulada Más allá de la mano invisible, el economista Kaushik Basu (Kolkata, India, 1952) apunta al respecto que “es la consecuencia no intencional de las acciones de miles de millones de individuos en el transcurso de la historia, y no es evidente que alguien tenga el poder de detenerla ni mucho menos revertirla. Su inevitabilidad la hace parecer la fuerza de gravedad”.

Situarnos en determinada realidad nos permite analizarla y proponer rutas de cambio. Hablar de globalización asimismo implica encontrar alternativas transculturales, que involucren a tantos sean los países interesados en proveer de mejores herramientas a sus poblaciones. Si la problemática es global, la solución necesariamente debe trascender una concepción limítrofe o circunscrita a un país.

Calificar de objetiva una condición como el fenómeno de la globalización no implica que el futuro sea inmodificable, pero es preciso advertir que una disyuntiva de carácter social se cierne entre la mayor cantidad de países a nivel mundial. Por un lado, enfrentar la volatilidad política que desencadena el tándem pobreza-desigualdad; por otra parte, y vuelvo a Basu, “El problema tiene que enfrentarse a nivel global, […] una reestructuración más radical del sistema a largo plazo […].

Esta última sentencia compromete que las nuevas generaciones desarrollen la capacidad de elegir en función de preservar la especie. Pero para llevar a cabo elecciones de vida orientadas a un objetivo superior, y más allá de individualismos impuestos por cierta cultura hegemónica dispuesta para la acumulación, se requiere algún grado de empoderamiento.

Para empoderar a cada vez más hombres y mujeres es necesario contar con lo que la doctora Martha Nussbaum (Nueva York, 1947) llamó capacidades centrales y cuyo enfoque “es completamente universal: las capacidades en cuestión son importantes para todos y cada uno de los ciudadanos, en todas y cada una de las naciones, y cada uno debe ser tratado como un fin”.

Al revisar el listado de las citadas capacidades encontraremos que las primeras dos (vida y salud corporal) distan mucho de ser cubiertas por los gobiernos. Conforme avanzan los años cada vez más personas no comen todos los días, y esa sea quizá la primera tarea a resolver en un contexto global.

La globalización implica el reacomodo constante de las fuerzas económicas, desterritorializadas y dispersas en todo el mundo, pero depende de los involucrados en la labor pública que el centro de gravedad de las decisiones que tomemos sean los ciudadanos –cada vez más empoderados— y que los problemas propios de esta etapa sean resueltos mediante la política. Dentro de una condición objetiva coexisten infinidad de factores que influyen directamente en qué tan viable para el ser humano será el futuro, modificarlo obra como facultad exclusiva de nosotros.

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